Con su anterior disco (Rocks Your Little World, Rock Indiana 2004) Biscuit dejaron claro que su discurso era algo a tener en cuenta. Sus impecables a la vez que incendirarios conciertos también lo decían a gritos: no estamos ante una banda cualquiera, aquí hay mucho talento, mucha magia. Pero es con este magnífico tercer disco (de nuevo para Rock Indiana, y que No Tomorrow tiene el honor de poner en circulación en su versión vinilo) donde el mensaje se ha hecho inapelable. Biscuit son muy grandes.
Partiendo de los ingredientes más nobles del rock, lease beat, garage, folk-rock y psicodelia de raigambre 60s, hard-rock y algo de rock’n’roll clásico, soul y R&B, Biscuit confeccionan canciones que desafían ser etiquetadas. Canciones exquisitas no solo en la forma, sino también en el fondo, canciones que crecen a cada escucha. 
Sin aparente esfuerzo, consiguen conjugar melodías muy elaboradas (que van del pop más brumoso y meláncolico al más luminoso y vacilón) y de profundo calado con guitarras que son pura esencia rocanrolera. Arreglos y harmonías vocales son tratados con una exquisitez propia de maestros y la interpretación, elegante, apasionada y llena de matices (igual suenan reflexivos y tiernos como luego juerguistas y lujuriosos, cabreados, desesperados y desorientados pero también esperanzados y agradecidos) acaba por atraparte y sumergirte un disco que acaba siendo más que una (ya de por sí formidable) colección de canciones. Magnífico. Piérdetelo bajo tu propia responsabilidad.