El tercer álbum de Munlet, para el que vuelven a su formato original y puro bicéfalo, y partiendo de un esquema burdamente humano, tejen pulsantes ritmos electrónicos que se funden con guitarras desbocadas y bajos penetrantes, alimentando una inquietante cortina sónica que derrama calor frio, crean atmósferas metamórficas que colisionan con paisajes industriales en los que el hierro afilado secciona carne y tendones en un corte limpio e indoloro. ¿Tensa crudeza?. Quizás mas. Mucho mas, aquí hay canciones grandes. Así tenemos las melodías memorables marca de la casa, surcadas por textos penetrantes que hacen que los temas traspasen tu cerebro, reboten en tus neuronas y convulsionen tus entrañas.